DISEÑO
PARTICIPATIVO EN AMÉRICA LATINA: QUÉ HEMOS HECHO Y HACIA DÓNDE VAMOS
El modelo participativo de gestión y planificación urbana que dirige el desarrollo y crecimiento de las ciudades latinoamericanas ha tomado vital importancia en las últimas décadas por el cambio de paradigma respecto a la forma de hacer ciudad. Dentro del marco de la participación, la planificación urbana adquiere una interescalaridad que genera una relación transversal entre los actores que forman parte del diseño urbano, otorgándole a la comunidad un mayor protagonismo que se complementa con el quehacer de arquitectos, urbanistas y otros profesionales para llevar a cabo proyectos de intervención que se suman a la agenda de este nuevo modelo, en donde la primera fase se ubica en la escala local, para luego trascender a nivel regional, por lo que sugiere una constante lucha por definir el futuro de nuestras ciudades (modelo Bottom-Up). El presente ensayo plantea como objetivo la exposición crítica de dos ejemplos en América Latina de intervenciones propias de la ciudad, que adquieren un carácter cívico alusivo a la participación ciudadana, comparando ambos casos bajo la premisa de que constituyen ejemplos esclarecedores sobre las implicancias positivas de esta nueva forma de diseño y regeneración urbana en el contexto regional de Latinoamérica, constituyéndose a su vez como modelos exitosos.
En
primera instancia, dentro del contexto urbano resulta común encontrar espacios que
sufren de obsolescencia a partir de la conversión a espacios en desuso o abandono,
inmersos en zonas habitadas. Lo anterior sujeto inevitablemente a la noción de
espacio público y el cómo la comunidad que utiliza ese espacio en la ciudad es
capaz de reconocer su importancia y poner en manifiesto su valor a partir de
ese uso. En los cerros de Camargo, Bolivia, el proyecto “Uraycamuy” – sube y baja en quechua-, se hace cargo
de la reconversión de un espacio inutilizado en el contexto residencial en
donde el XII Taller Social Latinoamericano de Estudiantes de Arquitectura del
país convoca la intervención en el lugar a partir de la acción conjunta con los
vecinos, enfatizando en el uso recreativo del espacio y la identidad local. Considerando
de gran importancia comprender que el espacio público puede entenderse a través
de tres dimensiones: física, política y social,
pueden derivarse formulaciones alusivas al aumento de las posibilidades
para que las personas pasen de ser simples usuarios
a habitantes del espacio. Surge
entonces la idea de identificación y apropiación del espacio en cuestión.
[el
proyecto…]“surge así como una intervención sobre el espacio construido, que
genera y regenera flujos, nuevas dinámicas. Con una nueva imagen, funcional,
renovada, integrada al contexto, identificada de diferentes puntos de la
ciudad, permeable, con ritmo y articulada con los otros sectores que se
comunican y conectan con ella, fortalecen la recuperación del carácter, el uso
del mismo y la apropiación del espacio por parte de las personas de Camargo”.
Desde el punto de vista
estratégico, la participación de la comunidad de Camargo se constituye como el
principal factor de éxito en la ejecución del proyecto, debido a que adquiere
vital importancia para el proceso de reconocimiento del espacio, preferencia de
materiales, integración de ideas conjuntas y la propia construcción. En la
misma línea, entendemos que a diferencia de otras intervenciones que son “participativas”
a partir de un modelo simplemente informativo y consultivo, Uraycamuy apunta a
uno de tipo gestionario, colaborativo, resolutivo, decisivo, y vinculante.
El segundo caso surge a partir
de la I Bienal del Sur: Emplazando Mundos, de la Ciudad de Panamá, en donde la
búsqueda de la transformación del paisaje urbano a través de la participación
ciudadana, convierte a proyectos como “Somos Luz” en ejemplos que hablan por sí
mismos respecto al impacto local de estas intervenciones. La propuesta
consistió en pintar la frase “Somos Luz” en la fachada de un edificio
residencial de 50 departamentos en El Chorrillo, barrio vulnerable de la
ciudad, en donde los vecinos, en conjunto con el equipo madrileño Boa Mistura pintaron
balcones, escaleras, fachadas y pasillos del edificio.
[El diseño toma…] “como punto
de partida la retícula de colores que se genera de forma espontánea al pintar
la porción del edificio que cada vecino entiende como suya. Modificando
esta retícula al introducir la tipografía se pierde la unidad de vivienda para
ganar en concepto de comunidad”.
Nuevamente, este ejemplo revela
el asentamiento de las bases que constituyen al urbanismo táctico manifestado
en intervenciones altamente efectivas a escala local. Estas bases aluden a la
participación directa de la comunidad como transporte hacia la revalorización
de los espacios públicos, y generen a su vez el interés por su mantención y uso
constante. Integrando a cada célula de vivienda en la ejecución de un proyecto
comunitario, se genera conciencia respecto a la importancia de las partes en el
bienestar colectivo.
En
definitiva, tanto el caso de “Uraycamuy” como el de “Somos luz” logran
eficientemente la labor participativa de la ciudadanía en el contexto de
planificación estratégica de las ciudades latinoamericanas. Sin embargo, es
importante señalar que estos y otros ejemplos son un primer acercamiento hacia
las verdaderas implicancias del modelo bottom-up. Si bien nuestro enfoque
debería partir desde abajo (bottom),
no estamos seguros de qué tan rápido nos acercamos hacia la cima (up). Los límites más tajantes de esta
postura aluden a que el diseño participativo es un enfoque metodológico que
cuestiona y reformula supuestos arquitectónicos y de planificación
convencionales, por lo que la velocidad con la que esta trascendental
transformación en la forma de hacer ciudad se ve condicionada muchas veces por
ignorancia o por miedo. La transformación no se da solamente en la forma en que
se involucre la población de una comunidad, sino que también determina el rol
que tiene el diseñador o planificador en este tipo de procesos, por lo que el
éxito real que trasciende a todas las escalas de una metrópolis, debería partir
por un cambio en la práctica tradicional de la arquitectura y el urbanismo en
el contexto latinoamericano actual.
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